Fig. 66. Grabado en madera, Alemania s. XV. La visión del mundo arquetípico
Pero por encima de estas consideraciones, el mensaje que prevalece en todo este libro es que el esoterismo del siglo XXI ha de restituir el sentido prístino de lo que significa la Metafísica, y aquí el aporte de René Guénon ha sido verdaderamente providencial. La obra de Federico, como la de otros autores, pocos en realidad, ha mantenido incólume ese significado, al cual ha recreado como decíamos anteriormente desde su propia vivencia aportando nuevas perspectivas en la búsqueda del Conocimiento para todos aquellos que se sienten llamados a ello. Tanto en la obra de Guénon como en la de Federico la Metafísica es la parte principal de la Ciencia Sagrada, y de la que toda ella emana. En la entrada «Metafísica» de su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, nuestro autor habla de ella en estos términos:
Como lo indica su nombre la metafísica es aquella ciencia que se encuentra más allá de la física.
Pero es necesario establecer niveles dentro de este arte, que podrían ser lo que va de lo visible y manifestado, a lo inmanifestado absoluto, estados que se escalonan como los niveles o mundos del Árbol de la Vida Cabalístico.
Vinculada directamente al Conocimiento (gnosis) esta disciplina es equiparable al Jnâna Y oga de la Tradición Hindú.[449]
Como vemos nuestro autor habla aquí de la Metafísica como una ciencia y también como un arte, es decir que el conocimiento de los principios universales que ella vehicula se tienen que «experimentar» y «ejercitar» para que realmente su influjo regenere nuestra psique y produzcan la transmutación de todo nuestro ser, o sea la transformación del «yo» individual en el Ser que, en Sí Mismo, es la «puerta estrecha» de acceso al No-Ser Incondicionado. Esto constituye de hecho lo que se ha dado en llamar los «misterios de la Iniciación». La idea de la Metafísica –como la del En Sof cabalístico y de todas aquellas que le son semejantes– constituye como se dice en la Introducción de Presencia Viva de la Cábala II. La Cábala Cristiana:
el meollo de la búsqueda intelectual-espiritual, aunque no se vive como una meta o un fin en el sentido como algo a alcanzar o aprehender, sino como una experiencia innombrable y directa siempre presentida y presente por los medios extraordinarios de la conciencia.
A continuación expondremos algunas ideas que en torno a la Metafísica y a concepciones como la de la Unidad, la del Ser y el No-Ser (o Supra-Ser), el Sí Mismo, la Posibilidad Universal, el Infinito, la Eternidad, la No Dualidad, la Suprema Identidad, etc., aparecen en la obra de Federico. En los capítulos que llevamos hasta aquí, y los que vendrán a continuación, ya hemos tenido y tendremos ocasión de mencionar todos estos principios que se entreveran en el discurso de nuestro autor conformando su pensamiento, pero ahora queremos exponer algunos de entre ellos escogiendo aquellas partes de su obra donde están más sintéticamente expresados, siempre en aras de esa didáctica que la caracteriza.
Añadiremos que este glosario se ha de tomar como complementario a la Adenda que existe al final del capítulo VI de este mismo libro, Esoterismo Siglo XXI, en el que nuestro autor, como al principio de este capítulo hemos apuntado, ha incluido aquellos escritos donde Guénon destaca la diferencia entre el Ser y el No-Ser.
Ser y No-Ser. «Comprendiendo la identidad entre el Ser universal, el Todo y el Sí Mismo, la entera manifestación de los principios se nos presenta como una revelación. Se habrá llegado entonces a conocer la unidad del Ser, sin división ni extensión de ningún tipo, motivo por el que no puede tener par.
Sin embargo, esa realidad que a
nivel cósmico es la más alta, no es sino un punto afirmado en las posibilidades
infinitas del No Ser. Por lo que el Ser es un punto en la infinitud del No Ser
(o de lo supracósmico, o del Supra-Ser o del Hipertheos realmente
incondicionado) e inversamente el No Ser es un punto presente en todo lo que
es.» (El Simbolismo de la Rueda, cap. I).
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«Después de haber transcurrido todo un mundo o ciclo, se ha dado lugar a un nuevo ser. A saber: el conocimiento de ese ser por sí mismo, aunque ahora a otro nivel, lo que se advierte por su propia caducidad o muerte del estado ‘anterior’, que se experimenta como algo pasado, como un sueño.
Esta renovación consciente de la vida es más una integración que un descubrimiento. El hombre verdadero ha estado siempre presente aunque permaneciera desconocido para quien ocupaba su lugar.
Desde otro punto de vista, éste es el conocimiento o constatación del Supra-Ser, o No-Ser, por el Ser. De lo supracósmico, a través del cosmos y su modelo ejemplar, o sea, de lo suprahumano, por la intermediación del hombre, en un proceso circular.
Aquí debemos aclarar que si bien el Ser es la afirmación del Supra-Ser, o No-Ser, este último de ninguna manera es la negación –ni pudiera serlo– del primero. No se da esta oposición entere el Ser y el No-Ser, puesto que éstos no son equiparables. El No-Ser, o Supra-Ser, por su propia condición no puede oponerse jamás a nada, porque realmente No Es.
El Ser, que es su afirmación [en nota: Lo determinado es el ser de lo indeterminado], manifiesta puntualmente la unidad, razón por la que podrá así polarizarse, y engendrar con ello su propia negación, en su reflejo, posibilitando, en la sucesión de su desarrollo y límite, el retorno a sí mismo, es decir: a su origen y al origen de toda manifestación.
El No-Ser no es pues la negación del Ser, como el concepto hermético del vaciamiento o de la Nada (el Ain de la Cábala hebrea, por ejemplo) tampoco expresa lo que el nihilismo entiende por tal, o aquello que de modo ordinario se dice que el budismo afirma: ni lo invisible es aquello que está fuera de nuestro campo visual y menos aún ciertas vagas y nutridas ensoñaciones.» (Ibíd., cap. IX).
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«Aquello que es lo que es. En el caso del ser humano, su identidad con el Ser Universal es lo que se logra a través de un segundo nacimiento después de la muerte a lo ilusorio y a la irrealidad del mundo. Por lo que el ser no nos es dado y se logra por mediación de la Unidad, con la que se identifica.
En las iniciaciones este tramo se relaciona con el sol –y el jardín del Paraíso– que se trasciende por el Conocimiento verdadero del No-Ser vinculado con lo polar. Y por último la integración en la perenne Posibilidad Universal, fin último de todo proceso cognoscitivo.
El Tao Te King (40) se expresa de esta manera: Todas las cosas del Universo provienen de su ser / y el Ser tiene su origen en el No-Ser.» (Ser. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos. Fragmento).
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«Se llama así a lo no-finito, es decir, lo infinito, concepto que se puede entender equivocadamente por lo indefinido o tomarse por una simple negación del Ser. El No-Ser es la Posibilidad Universal; el Ser, la Unidad, es la afirmación de esa posibilidad, la primera determinación, que lleva en sí todas las posibilidades de desarrollo que se sintetizan en ella.
La no acción se opone a la acción ya que indica justamente lo que no es acción, pero el No-Ser no puede oponerse a nada porque no tiene existencia y el Ser es su primera vibración. Ser o No-Ser no pueden oponerse jamás. El No-Ser engendra al Ser y no lo hacen mutuamente. Al No-Ser Guénon lo llama el cero metafísico. Siguiéndolo, para nosotros el Ser es hijo del No-Ser ya que este no es de ninguna manera ni puede tomarse como una negación del Ser o de cualquier otra cosa dado que se trata del infinito donde no existe ningún contrario. Y del que emana la creación, o sea, una limitación que no se opone con lo ilimitado». (No-Ser. Ibíd.).
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«Dios es el mismo para todas las Tradiciones, lo que varía es su forma de revelarse y los medios que utiliza para ello; eso es lo que da lugar a la multiplicidad de sus manifestaciones formales de acuerdo a sus propias características emanadoras, según las cuales organizan la vida los hombres y los pueblos; por eso también son en apariencia disímiles las vías establecidas para llegar hasta Él, así como las imágenes y estructuras mentales con que la Suprema Identidad es vivenciada, conocida, y a través de las cuales igualmente no sólo ella se da a conocer sino que también se reconoce a sí misma por sí misma en el corazón, no ya del individuo, sino del Ser. (…).
En ese caso está de más decir que esa realidad así revelada constituye también el meollo de cualquier individualidad, su esencia invisible, que se expresa siempre mediante un orden –cualquiera que este fuere–, una estructura, un arquetipo, que se reviste de formas, colores, sabores, consistencias y olores, los cuales pueden ser percibidos por los sentidos (y por lo tanto están en perfecta armonía y correspondencia con el ser humano) y constituyen la manifestación externa de la deidad, su discurso inteligente, que se plasma en la vida y la naturaleza. 'En la edad primera de los dioses el Ser nació del No Ser / inmediatamente después nacieron los orígenes.' (Rig Veda X, 72, 3).» (Ser Universal. Ibíd. Fragmento).
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«En la simbólica del Arbol de la Vida de la Cábala Kether (el Padre) es el comienzo del movimiento, el Brahma Saguna (calificado, no Supremo), pero más allá de él se halla el Abuelo que es no sólo la inmovilidad, sino la No Dualidad, Brahma Nirguna, el Espíritu. Y no sólo es que no se mueva, sino que ‘no tiene’ la posibilidad de moverse, No Es, ni siquiera es este concepto aunque es una buena manera de expresarlo, cualquier expresión de eso es buena.» (Inmovilidad. Ibíd. Fragmento).
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«El Ser en sí. La Identidad Universal y particular. La absorción en el Sí mismo es el retorno al origen.» (Sí Mismo. Ibíd.).
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«La unidad es el mayor de los símbolos porque implica en sí la totalidad de lo que es, ha sido y será, y al mismo tiempo todo aquello que no es, y que no tiene cabida en la manifestación. Y lo hace en distintos mundos e igualmente en diferentes grados de conciencia del alma humana.
Paradojalmente es también el de menor valor de la serie numérica, que en él comienza.
La unidad no está determinada sino por su propia afirmación y es la mejor imagen de la conciliación de opuestos. Y más allá de ella no hay nada de lo que pudiera decirse es algo.
Es también el mayor de los símbolos porque sin ella sería imposible el pasaje al No-Ser.» (Unidad. Ibíd. Fragmento).
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«La iniciación es algo real y efectivo que se produce en el ser humano, en su interioridad, y de ella son capaces de dar cuenta los que la han vivido por medio de cientos de muertes y resurrecciones que conforman una escala en el camino del Conocimiento y que podrían sintetizarse en dos grandes divisiones: la restitución del verdadero Ser, el hombre verdadero, es decir la ontológica (segundo nacimiento) y el siguiente gran tramo que se refiere al No-Ser e infinito, a la metafísica y al tercer nacimiento, esta vez polar y no simplemente solar.» (Iniciación. Ibíd. Fragmento).
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«El silencio es un acto de concentración en donde el ser que se retrae a todo lo que despierta el mundo puede abrirse un pasaje secreto de Conocimiento efectivo y verdadero. En el silencio absoluto puede percibirse que la deidad es la única realidad posible, aún sin hombre y sin mundo. Absorberse en el silencio es volver definitivamente a la Nada Primordial.» (Silencio. Ibíd. Fragmento).
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Posibilidad. Potencia. «La posibilidad es la energía necesaria, latente en el fuego y que posee la capacidad de cambiar una cosa en otra, verbigracia, el hombre nuevo, o sea, de transmutar su esencia y nuclearla a su punto central, de donde viene fresca y renovada a encontrar su sentido en un mundo (otro) que lentamente se le va revelando. (Posibilidad. Ibíd).
«La Posibilidad Universal es una forma de la potencia presente en el hombre, capaz de despertar a la verdadera vida, o sea al Ser y aún a aquello que lo excede, la Metafísica.
Para el ser humano todo es posible especialmente si somos conscientes de una idea, como ésta, que sostiene que lo pequeño es lo más poderoso. (Potencia. Ibíd. Fragmento).
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Eternidad. La eternidad es un concepto que se caracteriza por la atemporalidad. Pensar que la eternidad es una suma de tiempos es tan grosero e ignorante como suponer que lo infinito es la suma de finitudes. La idea de que una reiteración temporal es la eternidad es radicalmente opuesta a lo que este concepto, esta realidad, manifiesta.
El no tiempo no es propio de este mundo, se refiere a lo supracósmico, y está mucho más allá de cualquier vida humana corriente.
Imaginar una eternidad que se repite permanentemente es pensar en la rueda del samsâra, en la cárcel de la individualidad y en cualquier caso en todo lo contrario a la idea de la liberación, de la iniciación y aun de toda doctrina tradicional.
En el ser humano la eternidad es un espacio de su alma, pero esto es una manera de decir, pues lo que la caracteriza es la ausencia del espacio, del tiempo, y la de cualquier determinación, incluso la de la unidad. (Eternidad. Ibíd).
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Infinito. En Sof. «Como hemos visto, el modelo del Arbol de la Vida es un pantáculo sintético del orden universal, al tiempo que un vehículo para la reminiscencia y la realización espiritual del iniciado, y aún más, un símbolo revelador de la realidad metafísica que lo trasciende, ámbito que en la Cábala se llama En Sof (Sin fin), el misterio insondable que aunque nunca podrá ser conocido por su naturaleza inaprensible, atrae de manera irresistible a aquel que no le opone resistencia. En realidad no hay palabras para definir lo que no tiene límites, ni condición o determinación de ningún tipo, por lo que los cabalistas siempre se han referido a esa región empleando términos negativos –como infinito, inabarcable, inefable, insondable, incognoscible–, o superlativos –supraconsciente, supraesencial, el Anciano de los Ancianos–, o bien interrogativos: «Mi» (¿Quién?), a sabiendas que la experiencia de ese estado de conciencia no se alcanza con el concurso del discurso lineal y racional, sino por las rupturas de nivel y los saltos cualitativos que promueve la irrupción del Intelecto, rayo iluminador y transmisor de «la oscuridad más que luminosa» de lo supracósmico, que rapta el alma del iniciado y la eleva a esa esfera sin contorno.» (Presencia Viva de la Cábala II. La Cábala Cristiana. Introducción).
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«En Sof, Eyn Sof. Sin fin, sin límite. El Infinito. No tiene ninguna determinación así ésta se llame número, ser, afirmación, verbo o luz, y menos aún sexo. Aunque hay una identidad indisoluble entre En Sof y Kether, la intuición intelectual los percibe de formas distintas: el primero se refiere a la Posibilidad Universal. Para Cordovero, la ‘causa’ de Kether.» (Presencia Viva de la Cábala. Glosario).[450]
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«Debe distinguirse el cielo metafísico del que perciben nuestros sentidos. Este cielo metafísico debe ser diferenciado del simple firmamento de los astros y estrellas, es decir, de los dioses que han sido trascendidos en aras de la identificación con lo eterno –como la luz física representa a la espiritual– a los que sobrepasa, pese a la importancia real que tienen los cuerpos celestes en el plano astronómico –y mítico– que describe sus movimientos, los que obedecen e imponen las leyes cosmológicas.
En todo caso el cielo de la metafísica es la absoluta libertad extinguida por la materialización de las formas y su limitación –que las hace siempre relativas– frente a lo ilimitado e infinito implícito en el término cielo, tomado en su sentido metafísico.» (Cielo. Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos).
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«Como se verá su posición es supracósmica, se le llama el Antiguo de los Antiguos (Deus Ignotus). No puede ser ni siquiera imaginado por el hombre. Se expresa a través del cosmos, del hombre celestial, del creador, que apenas es un punto residual de su nada infinita. La palabra Ain (Nada), utilizada a veces por los cabalistas y el Zohar como idéntica a En Sof, entraña una idea de vacío absoluto. Pero esta nada y este vacío no son «algo» en el sentido de la expresión moderna, a saber: algo que pueda ser percibido o se exprese como una negación de otra cosa. En verdad En Sof no es nada de lo que pudiera ser algo, tal la Majestad Inmensurable de esta doctrina cabalística. Por lo que las tres primeras sefiroth corresponden a la Triunidad de los Principios del Ser Universal, y por lo tanto también las del ser individual. Se corresponden con los principios celestes, que a su vez generan los terrestres tal cual en el simbolismo constructivo la cúpula y la base del templo. Se trata de la naturaleza de Dios, si así pudiera decirse, que se sintetiza en la Unidad, a la que Dios es asimilado. Estos estados son supraindividuales y están señalados, en el diagrama del Arbol de la Vida, como supracósmicos, ya que están por encima de las sefiroth de «construcción» (cósmica). Sin embargo aún se encuentran determinados por la numeración que se les asigna, comenzando por la Unidad. En efecto, la Unidad es la síntesis donde puede encontrarse la esencia y el sentido de la totalidad de la Creación; pero al mismo tiempo esta asunción del Sí (llamado también Bien y Solo) es a su vez el único medio de pasaje a otros «espacios», esta vez sí, auténtica y verdaderamente supra-individuales y supra-cósmicos, (metafísicos), claramente signados en la Cábala con el nombre de En Sof, equivalentes al No-Ser, de los cuales no se habla puesto que por definición son inefables.» (Cábala. En Sof. Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha. Fragmento).
[449] Y a continuación, hablando de la Metafísica, cita a Alan Watts, quien fue asimismo un conocedor de la obra del metafísico francés: «La [metafísica es la] base indefinible del conocimiento. El conocimiento o la «realización» metafísica es una intensa claridad de la atención a aquel punto del conocimiento, indefinible e inmediato, que se halla siempre en el ‘ahora’, y del que todo otro conocimiento se elabora mediante el pensamiento reflexivo. Una conciencia de la ‘vida’ en la que la mente no está intentando apresar o definir lo que conoce.» (Alan Watts, Mito y Ritual en el Cristianismo, cap. 2).
[450] He aquí la cita de Cordovero a la que se refiere nuestro autor: «Debe saber que ‘Eyn-Sof no es Keter como muchos creen, sino que ‘Eyn-Sof es la causa de Keter, y Keter el efecto del ‘Eyn-Sof que es el principio de los principios. Debe saber también que ‘Eyn-Sof es la causa principal de todas las existentes, y que no hay ninguna superior a ella, su primer efecto es Keter y es a partir de Keter que prosigue el encadenamiento de los demás efectos.» (Presencia Viva de la Cábala, cap. V).
ISBN 9788492759668. Ed. Libros del Innombrable. Zaragoza 2014.